Eso de matarse entre hombres, supongo, es tan viejo como la propia especie, pero hacerlo de forma organizada, con ataques planificados y con el objetivo de hacerse con lo de la tribu de al lado, su propiedad, ya es cosa más reciente. La propiedad no nace hasta que no hay excedente con el que comerciar. No hay excedente mientras que no haya un lugar para guardar alimento y ganado. No hay cerámica y establos si no hay agricultura y ganadería. No hay agricultura y ganadería hasta que se deja de vagar en busca de alimento y nace el sedentarismo. O sea, hasta el Neolítico, que nace alrededor del 8.000 a. C. en Próximo Oriente y del 7.000 en la Europa central. Incluso menos en la Península Ibérica, que esto se iba extendiendo poco a poco de oeste a este.
En pureza, el primer acto de guerra del que tenemos conocimiento es la Matanza de Talheim, que hoy está en Alemania, lugar donde apareció una fosa común con los cuerpos de 35 personas, hombres, mujeres y niños, asesinados con hachas de sílex de un golpe en la cabeza. Este arma era la típica de una cultura neolítica propia de la Europa del Norte que se extendió entre el 5600 y el 4900 a. C. y que lleva el nombrecito de Linearbandkeramik, que significa cerámica de bandas y llamada comúnmente LBK. Como ya os dije más de una vez, lo de titular no es el fuerte de los historiadores. La interpretación más común que se le da a esta matanza es la de un ataque por sorpresa de un clan para hacerse con los bienes del otro.

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Hacha del LBK. Te talaba un árbol, te desollaba un ciervo y te abría un cráneo

Pero ¿y la primera guerra? Pues, con la primera civilización, por supuesto, que fue la sumeria. Hace unos 4500 años se fueron conformando una serie de ciudades – estado al sur de Mesopotamia, que tenían relaciones comerciales, similitudes religiosas, una parecida cultura urbana y, por supuesto, peleaban entre sí para ver quien la tenía más larga. Faltaría más. Mesopotamia, significa, literalmente, tierra entre ríos, concretamente el Tigris y el Éufrates, lo que hoy es, aproximadamente, Irak. Allí, mira que cosas, donde primero se había empezado a desarrollar el Neolítico.

Dos de estas ciudades – estado eran Lagash y Umma, que tienen el honor de ser los dos primeros contendientes de la primera guerra de la que tenemos constancia, lo que no quiere decir que no las hubiera antes. Lagash tenía un rey ambicioso que quería establecer un imperio y someter al resto. Lo de siempre, vamos. Según la inscripción en la Estela de los Buitres, Eannatum, que así se llamaba este monarca, tras preguntarle al principal dios de la ciudad, esto de que los reyes tengan línea directa con Dios viene de lejos, aquel le prometió que si atacaba Umma, con la que andaba a la gresca por una tierras de regadío, ganaría.

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Estela de los Buitres. Está en el Louvre, previo expolio, claro.

Eannatum guió a su ejército hasta los pies de las murallas de Umma, donde se produjo la batalla. Se ve que los ummitas aún no tenían claro el cometido de una muralla ya que los soldados de esta ciudad salieron a su encuentro en vez de parapetarse. El caso es que Lagash ganó y conocemos todo esto porque la Estela de los Buitres es una conmemoración ordenada por  Eannatum de esta victoria y se llama así porque en ella se ven buitres volando por encima de los cadáveres de los vencidos. Las bajas que se estiman son entre 100 y 200 muertos, casi todos ummitas, aunque el periodo de dominio de Lagash sobre el resto fue corto: lo que tardó en morirse Eannatum, exactamente.

200 muertos pueden parecer poca cosa, pero hasta el camino más largo empieza por un pequeño paso. Hasta los 50.000.000 de muertos de la II Guerra Mundial, supimos (y seguimos aprendiendo aún) hacer un arte de lo que empezó siendo una disputa por una tierra para sembrar hasta acabar matándonos por dominar el mundo entero. En el fondo, ambas guerras no se diferencian tanto, las dos parten de la ambición desmedida de un loco al que le siguen muchos otros.